viernes, 21 de diciembre de 2012

Flores de Bach - Grupo: "Los Miedos"



Grupo "Los Miedos"
Flores para los que sienten temor. 



Este grupo de flores abarca el tratamiento para todas las formas de miedos que existen. Todos tenemos en lo más profundo algún temor oculto que a veces nos perturba.

Los miedos son emociones negativas y la energía positiva de las flores logran el equilibrio de esos estados. 

Son efectivas tanto para los estados emocionales transitorios como caracterológicos y la curación es de afuera hacia adentro, es decir, se comienza con las flores para los estados emocionales que aparecen a simple vista, para posteriormente continuar con los aspectos cada vez más profundos del conflicto, o sea, corrigen desequilibrios presentes y hacen emerger otro oculto.

La dosis estandard que se debe tomar es cuatro gotas, cuatro o seis veces por día, según la comodidad de cada uno.

No se utilizan para prevenir sino para actuar en la situación presente. Cuando se soluciona el problema se dejan de tomar.

Se deberá exigir la autenticidad de las flores originales solicitando al vendedor ver el set de Flores de Bach en su caja correspondiente.

No se deberán abandonar medicamentos indicados por otros profesionales. Las flores no tienen contra-indicaciones y no son incompatibles, pero pueden potenciar el efecto de los medicamentos que se están tomando habitualmente. La intolerancia a las flores no es común.



Aspen

Característica: Miedo a lo desconocido, presagio, experiencias místicas, religiosas, ideas de muerte.
Temor infundado a robos o incendio.
Síntomas: Pesadillas, insomnio, temblores, palpitaciones, angustia, piel de gallina, sudoración, estremecimiento.
Resultados: Disminuye el miedo, da confianza, se aprende a encarar las cosas
y adquiere coraje ante lo desconocido.






Mimulus


Característica: Miedo de causa conocida, a la pobreza, a las guerras, a las pérdidas,
a quedarse solo, a los aviones, a los exámenes, a las enfermedades, etc.
Síntomas: Fobias, tartamudez, rubor, transpiración, inhibición, palidez, timidez
Resultados: Adaptación a la realidad, libertad.




  


Cherry Plum

Característica: Miedo a la locura y al descontrol. El pasaje evolutivo es vivenciado como una sensación de aniquilamiento, tensión, agresividad, miedo a si mismo.
Síntomas: Común en adolescentes, deseos de matar o de matarse, obsesivos
Resultados: Permite la fe en la vida, posibilita encarar el proceso evolutivo






Rock Rose

Característica: ataque de pánico, miedo a la muerte, frente a una emergencia se derrumba. Terror o susto paralizante
Síntomas: autoaniquilación, autodestructivo, pesadilla o terrores nocturnos, parálisis física o mental, alteraciones del habla, enfermedad súbita.
Resultados: Puede conservar la calma en momentos límites, reacciona, cede la tensión






Red Chestnut

Característica: Miedo a la pérdida, miedo excesivo por los demás, simbiosis, adherencia a los seres queridos, a los objetos, a trabajos. Sufren en silencio
Síntomas. Tabaquismo obesidad. Preocupación, angustia, ansiedad, adicciones.
Resultados: Libertad para seguir su propio camino, se puede expresar, se puededesprender.






Bibliografía:
 “Flores de Bach”, Bárbara Espeche, Ediciones Continente SRL, Buenos Aires, Argentina, año 1990



Flores de Bach - Los 7 Grupos Emocionales

FLORES DE BACH... una mirada transpersonal


Las flores de Bach tratan al paciente y no a la enfermedad. Sea lo que sea aquello que el paciente está sufriendo en el cuerpo físico como enfermedad, la causa primera de ese estado puede ser erradicada si somos capaces de determinar y de contrarrestar el desequilibrio que se encuentra en la psique del paciente.


  Los remedios de Bach pueden aplicarse muy bien en casi todas las circunstancias. Aparte de ser esta, una forma de medicina, sin ningún efecto secundario, que funciona muy bien en niños, animales, incluso en plantas, y son absolutamente compatibles con cualquier tratamiento o terapia, tanto alternativa como alopática. Las Flores de Bach pueden utilizarse también en el desarrollo personal, ya que nos ayudan a profundizar en nuestro interior a armonizarnos y a equilibrarnos.


  • Miedo.
  • Incertidumbre.
  • Desaliento o desesperación.
  • Falta de interés en el presente.
  • Soledad.
  • Hipersensibilidad a las influencias ajenas.
  • Preocupación excesiva por el bienestar de los demás.


  La enfermedad física es el resultado de un desequilibrio emocional que persiste a través del tiempo, debilitando el organismo y el sistema inmunitario, así como la capacidad de defenderse ante agentes patógenos. Esto es debido a que respuestas como la ansiedad o el estrés, por ejemplo, van acompañadas de respuestas fisiológicas que a la larga pueden dar lugar a síntomas físicos o alteraciones que conforman las bases de todo tipo de enfermedades.

  Por este motivo, para aplicar los remedios florales en el tratamiento de una determinada enfermedad, es necesario basarse en los estados emocionales negativos que está sintiendo el paciente (miedo, irritabilidad, depresión, ansiedad, apatía, agresividad, odio, etc.) para seleccionar el medicamento más apropiado ya que cada flor sirve para tratar un estado emocional negativo diferente.

  El Dr. Edward Bach clasificó los  conflictos  del  ser humano en siete grandes grupos emocionales:

  Las esencias florales utilizadas en la elaboración de las Flores de Bach provienen de 38 flores diferentes, que están dividas dentro de estos siete grupos.  Por ejemplo, en el grupo de los miedos tenemos  4 Flores (Aspen, Mimulus, Rock Rose, Cherry Plum, Red Chestnut) las  que abarcan el temor  desde distintos  aspectos. Cada flor  tiene la virtud de potenciar las características positivas de uno de los 38 estados emocionales y mentales descritos por Bach.

La acción de las Flores de Bach no consiste en suprimir actitudes negativas sino transformarlas en positivas.

  El terapeuta es solo un guía que buscará en el botiquín floral la formulación adecuada para el consultante  Estamos acostumbrados a dejar la responsabilidad de nuestro propio bienestar a otros (¡que el médico me cure!) En estas terapias, cada uno debe tomar conciencia de sus propias debilidades siguiendo  su propio ritmo.

  Es un proceso hermoso si se hace a plena conciencia y con alegría. Sí, es verdad que  hay momentos difíciles, pero  ahí estaremos los terapeutas para acompañar, guiar y contener. 


(c)Planeta Iksha 
Terapias Holísticas

Fuente: Información publica en WEB








lunes, 3 de diciembre de 2012

Consciencia mas allá de la Vida

¿Puede la física cuántica explicar las experiencias cercanas a la muerte?  

 El cardiólogo Pim Vam Lommel analiza y especula sobre este extraño fenómeno en su libro “Conciencia más allá de la vida” 

 

La teoría de Kuhn sobre las revoluciones científicas contempla la aparición de las llamadas “anomalías científicas”. Así parece que habría que calificar hoy las llamadas "Experiencias Cercanas a la Muerte” (ECM), sobre las que se ocupa el cardiólogo holandés Pim Vam Lommel en su libro “Conciencia más allá de la vida”. Durante 25 años, Vam Lommel ha investigado este tipo de experiencias en pacientes recuperados tras un estado de muerte clínica, y a ellas trata el investigador de dar explicación desde la física cuántica. Por Gonzalo Haya.


Durante muchos siglos se pensó que sólo existían los objetos físicos que había descrito la mecánica clásica. Ese mundo clásico estaba regido por la diferenciación de los objetos, su ubicación delimitada en el espacio-tiempo, y el determinismo.

Con el nacimiento de la mecánica cuántica se descubrió la existencia de una realidad profunda de la materia donde regían una serie de incuestionables fenómenos extraños. El mundo psíquico estaba lleno de fenómenos extraños. La conciencia animal y humana es sin duda un fenómeno real, pero extraño.


Para los creyentes, la existencia de Dios como conciencia que llena el fondo del universo es también algo extraño. Existen evidencias de otros muchos otros fenómenos psíquicos extraños que no pueden negarse como tales, pero ante los que la ciencia puede callar (anomalías) o puede intentar emprender una explicación. Pueden aventurarse, como hace Pim Vam Lommel en su libro “Conciencia más allá de la vida” (Atlanta, 2012), explicaciones posibles, aunque arriesgadas, pero que, en el fondo, nos hacen caer en la cuenta del enorme misterio de la realidad que todavía está más allá de cuanto la ciencia puede decirnos.


Pim Van Lommel ha estudiado las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) en la bibliografía actual (75 páginas de notas bibliográficas), en los estudios retrospectivos y en los estudios prospectivos iniciados a pie de cama con todo el protocolo científico.


Reconoce que el título de ECM, que se le ha dado a estas experiencias, no es exacto, porque se presentan las mismas características en otras situaciones en que no se corre peligro, como en experiencias religiosas.


Él mismo habla en algún momento de “experiencias extracorpóreas”, pero prefiere considerarlas “experiencia de Consciencia no local o infinita”, y las considera algo “bastante común”. Consciente de la novedad de su explicación reconoce: “No espero que las nuevas ideas encuentren aceptación inmediata, pero deben ser cuando menos examinadas más de cerca”.


Datos experimentales de las ECM


Algunos pacientes que han sido reanimados después de una muerte cerebral (muerte clínica y legal, encefalograma plano, sin actividad electromagnética ni riego sanguíneo durante más de diez minutos) han contado experiencias que responden a un patrón común, y que resultan inexplicables con el paradigma materialista.


Estas experiencias narran visiones de cosas acaecidas durante su muerte clínica, incluso fuera de la habitación o del quirófano, y es imposible que el paciente pudiera haberlas percibido aun estando consciente.


Un ciego de nacimiento tuvo una experiencia de visión de luces y de personas a las que reconoce. Una mujer conoce a su padre biológico del que nunca le habían hablado y ve allí a otra persona que había muerto mientras que ella estaba en coma. Otros no sólo tienen una instantánea panorámica de su vida sino que tienen una prognosis de su futuro, que luego se confirma.


También se producen experiencias semejantes en estado normal. Es bastante común ver a personas que están a gran distancia, o ver a un familiar o amigo poco después de su muerte; sobre estos fenómenos existen datos estadísticos, denominados “experiencias perimorten o postmortem”. Una mujer vio con uniforme militar a un antiguo amigo sacerdote que le comunicó que había muerto. Después supo que murió como capellán militar. Este tipo de experiencias han sido recogidas por diversas culturas (capítulo V), aunque han sido desestimadas porque no pudieron ser registradas con nuestro aparato científico actual.


Como consecuencia de una ECM, el autor señala una sensibilidad intuitiva agudizada, mayor capacidad de empatía, visión remota, genialidad, influjo de la mente sobre la materia (perturbación no local, psicoquinesia, teleportación), y sueños premonitorios.


Explicación reduccionista del paradigma materialista


La medicina actual mantiene que la Consciencia es una actividad del cerebro. Van Lommel se plantea cómo puede darse una Consciencia –incluso más lúcida que la Consciencia habitual- en una situación de total inactividad cerebral. Considera que las experiencias constatadas son inexplicables con el paradigma materialista, pero que la medicina actual lo acepta como un dogma inapelable.


El autor dedica los capítulos centrales de su estudio a analizar el funcionamiento del cerebro y los protocolos seguidos en las investigaciones de las ECM. Rechaza, en base a experiencias comprobadas, la principal objeción que atribuye estas visiones a la falta de oxígeno en el cerebro.


Tampoco se trata de meras alucinaciones, porque puede comprobarse su adecuación con la situación real que describen y porque provocan un cambio permanente en el sujeto en el sentido de empatía, comprensión y amor incondicional a los demás. Aumentan el sentimiento religioso (la espiritualidad) pero disminuyen el interés por la religión institucionalizada. A consecuencia de una ECM, algunos descubren que tienen poderes curativos.


En el capítulo XI el autor enumera y expone ampliamente las diversas explicaciones de las ECM según los modelos materialistas o los modelos inmateriales. Constata que, aunque expertos en diversas especialidades de medicina o de física superan las explicaciones materialistas, “en el ambiente académico se considera que hay una explicación materialista para todo. Algunos científicos no creen en las preguntas sin respuestas”, y el autor termina definiendo su posición: “Yo me inclino firmemente por el panprotopsiquismo”.

Lo que nos aporta la física cuántica

La explicación presentada por el autor se basa en los estudios cada vez más avanzados de la física cuántica. Nos resulta difícil cambiar la visión del mundo que nos ha inculcado la física clásica, según la cual la realidad percibida en el mundo físico equivale a la realidad objetiva, las cosas se mueven de maneras predecibles dentro de un espacio vacío, y la interacción entre ellas tiene que producirse por un contacto directo.


Los principios de la física cuántica trastocan esta visión del mundo. La esencia de la física cuántica es el principio de incertidumbre. Predice posibilidades, no certezas.


La teoría implica que todos los sistemas materiales (partículas subatómicas, electrones…) tienen entre sus propiedades dos características opuestas, pueden manifestarse como ondas o como partículas. Sucede algo semejante a la información emitida por la radio o la televisión. Los objetos no están aquí o allí, están como ondas en todo el espacio (no están en un sitio concreto) y sólo son localizados en un punto –y su función de onda se ‘colapsa’ en un estado de partícula– cuando el receptor, un observador (el cerebro), los hace presentes.


Antes de ser observada, sólo podemos calcular la probabilidad de que la partícula se encuentre en un punto dado y no podemos saber dónde terminará en realidad (Principio de incertidumbre y ondas de probabilidad). La Consciencia determina de qué modo experimentamos la realidad.


Si tomamos un átomo y lo dividimos en dos, cada parte será homóloga de la anterior y decimos que están “entrelazadas” porque en algún momento pasado han estado en contacto. Si separamos estas partes y actuamos sobre una de ellas, la otra responde instantáneamente de la misma manera.


Por ejemplo si se cambia el sentido de giro de un electrón en una de las partes, cambia de la misma manera el sentido de giro del electrón de la otra parte. Cualquiera que sea la distancia a la que se separen, unos metros o cientos de kilómetros, se cumple el principio de no-localidad (no localización) o acción a distancia.


También se han realizado experimentos aislando en jaulas de Faraday a dos personas, que han estado previamente vinculadas entre sí; al estimular aleatoriamente a uno de los sujetos aislados, se produjeron los mismos efectos en el otro.


Se han documentado pruebas de la resistencia a ciertos antibióticos por parte de variedades de bacterias alojadas en animales que viven en estado salvaje en áreas extremadamente remotas, lo que descarta cualquier contacto con el antibiótico en cuestión. Lo único que podemos suponer es la transmisión de la información a través del espacio no local.

Tenemos pruebas de comunicación instantánea y no local entre la conciencia de un sujeto y sus glóbulos blancos aislados en un medio de cultivo a una distancia considerable en jaula de Faraday (Experiencias de Backster). En algunos transplantes de corazón se ha comprobado que el sujeto receptor puede sentir retazos de sentimientos e ideas propias del donante, porque ese corazón tiene el ADN específico del donante (“memoria transplantada”).


Más aún, se han realizado experimentos en los que un objeto, o un insecto vivo, encerrado en un recipiente de vidrio ha desaparecido sin romper el recipiente y ha sido “teletransportado” a otro lugar; es decir, su función de onda no se materializó ya (no se “colapsó”) en ese recipiente sino en otro lugar. Estos fenómenos constan en el informe de la Fuerza Aérea Norteamericana “Teleportation Physics Study”. Para todo esto es necesario un potente receptor-transmisor de esas ondas.


Durante la guerra fría, la CIA financió una investigación sobre la “visión remota” para obtener datos sobre Rusia. Estas experiencias se han confirmado incluso en sujetos aislados en una jaula de Faraday o en un submarino a 170 metros de profundidad. El “Instituto para la Investigación de Anomalías de Ingeniería de Princeton” ha estimado que la posibilidad de que los resultados de la visión remota fueran mera coincidencia es de una entre mil millones. Algunas visiones han anticipado el descubrimiento de un anillo alrededor de Júpiter o han orientado posteriores descubrimientos arqueológicos. En esta línea habría que entender también la inspiración genial de los artistas y de los inventores.


Aplicación de la física cuántica a la ECM. Explicación del autor


¿Cómo se explica la consciencia durante una ECM? Para Vam Lommel la Consciencia no es producida por el cerebro. “La Consciencia no puede localizarse en ningún lugar, ni siquiera en el cerebro. Es no local (es decir, está en todas partes) en forma de ondas de probabilidad. Por esta razón no puede ser demostrada ni mensurada en el mundo físico”.


El autor sostiene que nuestra Consciencia es una parte de la Consciencia universal no local; una parte en la que, como sucede en las holografías, se encuentra el todo. “Nuestro cerebro funciona como interfaz” entre nuestra Consciencia individual y la Consciencia universal no local; envía y recibe información.


“La Consciencia en vigilia” funciona como corpúsculo de la Consciencia no local (que funciona como onda). En las ECM, cuando el cerebro queda inactivo, se desbloquea el interruptor de entrada y permite el paso de un estado superior de “Consciencia expandida, que atesora tanto información personal como universal”. El cerebro se comportaría como un receptor y como un transmisor de televisión; no produce la imagen sino que la recibe o la emite.


“Cuando el cuerpo muere, la Consciencia no puede seguir comportándose como una partícula... por tanto existirá para siempre en forma de funciones de onda en el espacio no local”.


Profundizando más, el autor se pregunta por el origen de esa Consciencia no local. “La esencia o fundamento de la Consciencia (protoConsciencia) probablemente descansa en el vacío o plenitud del universo, desde donde tiene una conexión no local con la Consciencia en el espacio no local (panprotopsiquismo)”.


Y reseña tres modelos (complementarios) que se han propuesto para explicar el interfaz entre la Consciencia no local y el cerebro; él se decanta por la transferencia de información recíproca mediante la coherencia cuántica del espín con la posible intervención de los fotones virtuales.

Avanzando un paso más en su explicación se pregunta: ¿cómo puede darse la continuidad de la interconexión de la Consciencia no local con un cuerpo continuamente cambiante? El problema se plantea porque cada dos semanas todas las moléculas y átomos de las células de nuestro cuerpo son reemplazadas. ¿Cómo podemos explicar la memoria a largo plazo?

Para Vam Lommel, el ADN es el único elemento permanente de cada célula del cuerpo y debe desempeñar un rol esencial como interfaz para la continuidad de todas las funciones del cuerpo, así como para la interacción entre la Consciencia no local y el cuerpo; especialmente lo que se ha denominado como el ADN basura. También en la epigenética el principio básico es que la función del ADN viene determinada por información externa al propio ADN.


Citando a diversos físicos cuánticos el autor considera que el desarrollo del ADN en los organismos es un proceso cuántico no local, no estadístico y, como tal, incognoscible; al contrario que los procesos mecánicos, estadísticos, predecibles. El ADN funcionaría como una “antena cuántica” para recibir la información almacenada en forma de funciones de onda en el espacio no local.


Y pone el ejemplo de los enjambres de abejas, hormigas, termitas, que funcionan coordinados por la reina, aunque ésta se encuentre aislada de su colonia; pero si la reina muere lejos de su colonia sobreviene el caos y todos los trabajos se detienen. La reina coordina a distancia, de un modo no local, probablemente mediante su ADN. De acuerdo con esta teoría, el ADN no contiene material hereditario pero es capaz de recibir información hereditaria desde la Consciencia no local.


Existe una Consciencia humana universal o colectiva que liga a cada ser humano con cuanto existe, ha existido o existirá y esto se produce por el ADN universal humano con código de acceso compartido (comparable al código de acceso internacional) diferente al de los animales o las plantas. La Consciencia humana compartida es similar al inconsciente colectivo de Jung.


Resumiendo. La Consciencia individual (el sí-mismo) es parte de la Consciencia humana colectiva o universal que trasciende lo individual y conecta a cada individuo, más allá del espacio y del tiempo, con todo cuanto existe, ha existido y existirá (inconsciente colectivo). Esa Consciencia universal recibe diversos nombres como Consciencia no local, Consciencia transpersonal, Consciencia infinita, eterna, unitaria.


“Este vacío absoluto (pleno cuántico), este espacio no local, podría constituir la base de la consciencia”. “Este espacio no local es mucho más que una descripción matemática: es un espacio metafísico en el que la conciencia puede ejercer su influjo”. “Hay quien no aprueba este punto de vista, pero sin duda merece la pena explorarlo con más detalle”.


La investigación de la ECM no nos proporciona pruebas científicas de que, después de la muerte, pasemos a formar parte de la Consciencia infinita no local, pero sí ha demostrado que se puede experimentar la Consciencia independientemente del cuerpo, sin función cerebral. “Tenemos un cuerpo, pero somos Consciencia”.


Esta obra de Vam Lommel puede estimular una reflexión filosófica y teológica ya que, como decía Max Born, “La física teórica es en realidad filosofía”. La física cuántica tiene un precedente filosófico en el noumenon de Kant. La Consciencia infinita de Vam Lommel hace pensar en las ideas platónicas, expresadas en el mito de la caverna.


¿En qué consiste la realidad? Van Lommel nos dice que la realidad está en la ondas de la Consciencia no local o, quizá, más allá en la protoConsciencia, el vacío absoluto o plenitud, agujero negro de la energía, del que proceden las ondas de la Consciencia no local que capta nuestro cerebro. Esta explicación viene a coincidir con la intuición que había sido desarrollada de algún modo, desde hace milenios, por la filosofía oriental, los chamanes y la mística cristiana.


¿En qué consiste nuestra orgullosa individualidad? Si nuestra Consciencia se basa en la Consciencia no local, sin ella, ¿se perdería nuestra memoria? ¿Se perdería la coordinación y la directriz en el desarrollo de nuestras células que se renuevan continuamente? El yo, ¿puede aislarse del nosotros o del universo? ¿Quién soy yo? Ya Angelus Silesius en el siglo XVII había reconocido que “no sé quién soy. No soy lo que sé”.


La ciencia, tras largo y laborioso trabajo de análisis, está llegando a lo que había percibido la intuición filosófica –la intuición artística o la religiosa- y que había expresado mediante los mitos.


También la teología cristiana quedó encapsulada desde el principio en la racionalidad griega y se ha replegado después a la defensiva, temerosa del racionalismo científico de la Ilustración. Ambos nos han aportado mucho, pero vamos “Hacia un tiempo de síntesis” (Javier Melloni) de la cultura oriental y occidental. Quizás ahora la teología encuentre en la física cuántica una comprensión realista de “el cuerpo místico” y vuelva al mensaje del evangelio que, antes que “logos”, es “vida”.


Quizás las curaciones que realizaba Jesús fueran el efecto de su potente interfaz emocional que le conectaba con la Consciencia infinita. Quizás la fe profunda –así como el “go for it” de la “Programación Neurolingüística”– pueda mover montañas. Quizás la resurrección de Jesús –y la nuestra– sea la permanencia en la Consciencia no local. Quizás el intenso amor de María Magdalena potenció su interfaz para sentir la presencia del resucitado. Quizás el vacío absoluto –campo unificado, campo punto cero, éter, Consciencia cósmica– coincida con la plenitud de la energía, con la matriz divina, con la “dynamis tou Theou” (la energía de Dios), con el Espíritu Santo, con el inabarcable Dios.



Artículo elaborado por Gonzalo Haya, médico y psiquiatra, colaborador de Tendencias21, comentando el libro de Pim Vam Lommel “Consciencia más allá de la vida”.
Miércoles, 28 de Noviembre 2012
Gonzalo Haya


Nota


viernes, 21 de septiembre de 2012

FLORES DE BACH - Patrones Transpersonales



FLORES  DE  BACH

A continuación comparto un interesante artículo, escrito por el Dr.  Ricardo Orozco, profesional de la medicina,  egresado de la Universidad de Barcelona en 1982, quien ha compatibilizado su profesión medica con la utilización de diversas terapias naturales, en especial la terapia floral.

Ricardo Orozco es considerado en estos momentos una de las máximas autoridades en la terapia floral. Su trabajo en torno a lo que denominó Patrones Transpersonales (ver libros) ha tenido una notoria repercusión internacional, ya que representa un importante avance en la materia.

Al mismo tiempo, su riguroso trabajo publicado sobre Diagnóstico Diferencial, realizado en conjunto con el psicólogo Clemente Sánchez, está alcanzando una gran difusión, al tratarse de una obra única en su género. Por otra parte, su libro en coautoría con el psicólogo cubano Boris Rodríguez sobre la inteligencia emocional, psicología contemporánea y Flores de Bach, construye un sólido puente entre la terapia floral y la psicología.




Lo que sana es el proceso


El modelo alopático ha calado tan hondo en nuestra forma de concebir y entender los procesos por los que se desenvuelve la vida, que la terapia floral de Bach no ha quedado exenta de ser valorada muy frecuentemente desde este parámetro.


A menudo, y seguramente en todas partes, podemos escuchar tanto a terapeutas y clientes, usar un lenguaje coincidente: "Di tal flor para tal cosa", o bien: "Le di tal flor y pasó tal cosa"; "Tomé tal flor para esto o lo otro"; "Esta flor me quitó esta cosa", "Pero, ¿Cuál es la flor para…?" etc…. 



Si hablásemos de fármacos, este tipo de afirmaciones tendría mucho más sentido, ya que hay una clara relación causa/efecto entre la toma del mismo y la producción de efectos que se pueden evidenciar de forma muy lineal y a menudo inequívoca.


Pero cuando hablamos de las esencias florales el tema es muy diferente. Para quienes venimos de la medicina alopática, resulta chocante y ciertamente preocupante, ver como esa visión tan materialista y limitada de comprensión se extrapola a campos que por definición deberían funcionar desde otro marco conceptual, y me estoy refiriendo a la naturopatía y cómo no a la terapia floral de Bach. No creo que el objetivo de esta última pueda ni deba ser el jugar a ser médico alópata pero sin medicamentos. Para ello ya existen carreras y estudios que facultan y entrenan en el uso de los mismos.

Pero afortunadamente las flores funcionan en unos campos totalmente diferentes de los de nuestra intencionalidad,, a menudo confusa y desviada.
Nunca está de más recordar unas nociones de qué es la enfermedad para Bach, cómo se produce, y cómo actúan las flores.

El motivo de la vida (la encarnación para Bach) es el aprendizaje. Para ello nos revestimos de una personalidad tipo que nos va a facilitar el aprendizaje de unas determinadas lecciones (intra o interpersonales) que tienen que ver con el desarrollo espiritual, crecimiento personal, o inteligencia emocional, que para mí son sinónimos.

Todos tenemos un Alma o Ser Superior que guía la personalidad, en la dirección de este aprendizaje trascendente (básicamente a través de la intuición).

Cuando la personalidad se desvía del camino trazado por el Alma, surge el conflicto (la disarmonía) que posiblemente cristalizará en una enfermedad somática. Precisamente, los signos y síntomas de la misma serán el aviso de que algo no funciona (la conexión Alma-personalidad) y debe ser reconducido.

De manera que la enfermedad no se erige aquí como un castigo, sino como la oportunidad de rectificar una actitud, creencia o percepción equivocada.
Entre las causas que para Bach intervienen en la génesis del conflicto, podemos citar las siguientes: la influencia de los demás, los defectos de la personalidad, las pseudonecesidades, etc.

Todas las flores actúan ayudando a repermeabilizar la conexión (la información) entre Alma y personalidad, lo que quiere decir que, en realidad, las flores somos nosotros mismos, ya que esa información a la que accedemos está, aunque bloqueada, en nuestro interior. Ya en el siglo V, San Agustín dijo lo siguiente: "Dentro mío hay alguien que es mucho más yo mismo que yo mismo".

Aunque por supuesto existen otras intervenciones florales que no actúan siguiendo estos derroteros, como por ejemplo las aplicaciones locales, donde sí que el efecto sigue un mecanismo mucho más causa/efecto.

Pero coincidiremos en que la terapia, a nivel general, actúa claramente en el primer circuito.

Otro problema que observo a mi alrededor es la visión excesivamente estática del proceso terapéutico, parte de lo cual ya había comentado al principio del artículo. A menudo se enfoca al cliente equivocadamente, fuera de su marco de referencia, de sus circunstancias. Como dijo Ortega y Gasset, "el hombre es uno y sus circunstancias". Este error lo comete también la alopatía, y aunque en esta visión, estrictamente mecanicista, vemos esto como una consecuencia tan triste como lógica (dentro de su paradigma), no resulta tan asumible cuando hablamos del cliente en terapia floral.

Me explicaré más claramente; el discurso no debería ser este: "si le doy tal flor puede pasar esto"; o bien: "¿esto que le está pasando será de tal flor?". Quien suscribe este enfoque, sin duda no se da cuenta de que no está tratando con una cobaya de laboratorio, enjaulada y eximida de una serie de variables externas que modulen su respuesta.

Quizá esta visión sea el producto, además de una visión excesivamente alopática, de un autocentramiento preocupante. Para bien o para mal, en esta terapia el terapeuta no tiene las llaves de la caja de Pandora, ni las de la sanación. Recordemos lo que a menudo se nos olvida: las flores ayudan a repermeabilizar una información que ya tenemos en nuestro interior. En virtud de ello, ganamos en inteligencia intrapersonal (autoconocimiento, conciencia, correcta autovaloración, optimismo, impulso de logro, aceptación, etc.) e interpersonal (empatía y destrezas sociales tales como la capacidad de sintonizar y sincronizarnos con los demás).

Con la mencionada información interactuamos con nuestras circunstancias de una forma más ecológica. Pero también pueden surgir en este punto nuevas resistencias del ego a los flamantes mensajes que llegan del Alma: crisis, sensaciones somáticas desagradables, etc.

Pero aún hay más factores que modifican la respuesta del cliente: sus actos, realizados desde un lugar diferente, a tenor de la nueva información que recibe, generan respuestas en su entorno, que a su vez refuerzan o resquebrajan sus acciones, o bien se ve impulsado a otro tipo de intervención que genera a su vez otro tipo de respuesta. Al mismo tiempo, al no ser la realidad algo estático, sobrevienen en paralelo otros factores con los que antes no contábamos: por ejemplo nos desvalijan el piso, nos echan del trabajo, o nos toca la lotería…

¿Puede verdaderamente alguien garantizar que todo esto ha ocurrido por tal o cual flor, o tan siquiera aislar lo que ella ha tenido que ver en todo este proceso? Evidentemente no.

Por todo lo dicho las flores no son lo mismo que un PIN bancario, cuya combinación abre o no el acceso a una cuenta, sino que su acción se inserta en una serie de variables multifactoriales.

Por eso, seguramente la forma de seguir adecuadamente el proceso terapéutico, sea el que el mismo se produzca en un marco terapéutico adecuado. Que además se tracen unos objetivos claros, comprobables, manejables. Que se escuche y se entienda al paciente desde su propio marco de referencia. Que se piense con el paciente y no sobre el paciente. Y para esto no sólo es necesario una buena preparación técnica, sino unas altas dosis de empatía del terapeuta, así como un estilo de aproximación que no sea ni distante ni invasivo. Y, obviamente, todo esto se debe dar dentro de un marco profesional claramente ético.

Entonces nos daremos cuenta de que en realidad lo que sana no es el terapeuta ni unas ni otras flores, sino el proceso por el cual la personalidad vuelve a alinearse con los dictados del Alma. Y esto, a menudo ocurre más allá de lo que el terapeuta y el cliente piensen y deseen. En este proceso, a menudo, una vez más, el asombro hace acto de presencia para recordarnos que con la terapia floral de Bach hemos hecho tal vez la mejor elección de nuestra vida.
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© 2011 Ricardo Orozco