martes, 12 de marzo de 2013

Nefertari - Reina y esposa amada....




La Gran Esposa Real de Ramses II


Nefertari -Nefertari Merytmut o Mut Nefertari- (1300-1250 a.C.) fue la Gran Esposa Real de Ramsés el Grande. Es una de las reinas egipcias más conocidas junto a Cleopatra, Nefertiti y Hatshepsut. Su tumba, lujosamente decorada, es la mayor y más espectacular del Valle de las Reinas. 

Los orígenes de Nefertari son desconocidos, pero se cree que pertenecía a la nobleza. Mientras ella fue reina su hermano Amenmose ocupó el cargo de alcalde de Tebas.

Nefertari se casó a los trece años con Ramsés, quince años antes de que éste ascendiera al trono, y fue la más importante de sus ocho esposas durante veinte años. Hacia el año 1240 a.C. su importancia parece menguar y sus imágenes al lado del faraón empiezan a escasear. 

Nefertari tuvo al menos cuatro hijos y dos hijas, pero ninguno de ellos ocupó el trono. El heredero de Ramsés fue el príncipe Merneptah, su hijo número 13 engendrado con otra esposa, Isetnofret. Ramsés engendró por lo menos 48 hijos durante su largo reinado-.

Nefertari murió en algún momento del año 25 del reinado de Ramsés, pasando Isetnofret a ocupar el puesto de esposa principal.




Ramsés y Nefertari


Nefertari fue probablemente la única reina egipcia que fue deificada en vida.
Cerca del templo de Ramsés en Abu Simbel se encuentra uno más pequeño dedicado a Nefertari y a la diosa Hathor, algo inusual ya que los templos solían estar dedicados a las deidades, nunca a los mortales. 
Su estatus lo confirma el hecho de que era representada como parte de la comitiva de su marido incluso en los viajes importantes. También se la representaba con un tamaño igual al de Ramsés, lo que indica lo importante que era para el faraón. 



Su importancia se ve reforzada por los escritos que aparecen en unas tablillas pertenecientes a la ciudad hitita de Hattusas, que contienen la correspondencia mantenida por Nefertari con el rey Hattusilis y su esposa Pudukhepa. Ella parece haber sido fundamental en el mantenimiento de la paz entre egipcios e hititas. 


Resulta insólito que un monarca siempre tachado de megalómano y egocéntrico como fue Ramsés II tuviese una debilidad tan clara como la que sentía por Nefertari. No sólo la colmó de honores en vida, sino que además se aseguró de que fuera conocida durante toda la eternidad. En la mayoría de las estatuas en las que aparece Ramsés II suele venir acompañado por Nefertari (aunque de mucho menor tamaño que su marido), y, lo que es más importante, tuvo el inmenso honor de ser deificada en vida, algo impropio de una gran esposa real.




En algunas paredes de la cámara funeraria de Nefertari aparece el poema escrito por Ramsés a su esposa muerta: "mi amor es único, nadie puede rivalizar con ella, porque ella es la mujer más hermosa..." Ramsés se refería a su amada esposa como "la única para la que brilla el sol".
El mejor testimonio del amor de Ramsés II y de Nefertari es el templo más pequeño de los dos que hay en Abu Simbel. Mientras que el mayor estaba dedicado a AmónRa-HorajtyPtah y Ramsés deificado, el menor era exclusivamente de la diosa Hathor, personificada en la figura de Nefertari. Sólo hay que ver la dedicatoria de la entrada de ese bello templo, lleno de imágenes de Nefertari y de sus hijos, para comprobar lo que sentía el faraón por su reina:

[...] Una obra perteneciente por toda la eternidad a la Gran Esposa Real Nefertari-Merienmut, por la que brilla el Sol.




Sin duda, la tumba más célebre del valle es la impresionante tumba de la reina Nefertari, esposa de Ramsés II. Está siglada con el número 66 y nada en el exterior preludia lo que esconde en sus entrañas. Fue descubierta en 1.904 por el italiano Schiaparelli.




Se accede a ella por una curiosa entrada formada por una rampa que conduce a un vestíbulo. Un segundo corredor, también con rampa, a cuyos lados descienden dos escaleras, nos lleva a la Cámara del Sarcófago desde donde se abren otras pequeñas cámaras más. 


La disposición es muy similar a la tumba número 80, que perteneció a Tuy, madre de Ramsés II. Goza de espléndidos y refinados dibujos sobre sus muros, elaborados por un artesano muy hábil que supo recoger fielmente la belleza de su reina. El color fresco, palpitante e impresionante, realmente conmociona y no podemos dejar de pensar que Ramsés II no pudo construir una tumba más bella para aquella que amó tanto. Los trazos son seguros, las imágenes perfectas y los dioses parecen salir de los muros para dejar patente que protegen a una gran reina, que guardan a la esposa de un gran faraón.


El inusual afecto de Ramsés por su esposa, descrito en las paredes de su tumba, demuestra que algunos matrimonios egipcios no eran meras cuestiones de conveniencia o medios para acumular más poder, sino que se basaban en el apego emocional. 




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