FLORES DE BACH
A continuación comparto un interesante artículo, escrito
por el Dr. Ricardo Orozco, profesional de
la medicina, egresado de la Universidad
de Barcelona en 1982, quien ha compatibilizado su profesión medica con la
utilización de diversas terapias naturales, en especial la terapia floral.
Ricardo Orozco es considerado en estos momentos una de las
máximas autoridades en la terapia floral. Su trabajo en torno a lo que denominó
Patrones Transpersonales (ver libros) ha tenido una notoria repercusión
internacional, ya que representa un importante avance en la materia.
Al mismo tiempo, su riguroso trabajo publicado sobre
Diagnóstico Diferencial, realizado en conjunto con el psicólogo Clemente
Sánchez, está alcanzando una gran difusión, al tratarse de una obra única en su
género. Por otra parte, su libro en coautoría con el psicólogo cubano Boris
Rodríguez sobre la inteligencia emocional, psicología contemporánea y Flores de
Bach, construye un sólido puente entre la terapia floral y la psicología.
El modelo alopático ha calado tan hondo en nuestra forma de
concebir y entender los procesos por los que se desenvuelve la vida, que la
terapia floral de Bach no ha quedado exenta de ser valorada muy frecuentemente
desde este parámetro.
A menudo, y seguramente en todas partes, podemos escuchar
tanto a terapeutas y clientes, usar un lenguaje coincidente: "Di tal
flor para tal cosa", o bien: "Le di tal flor y pasó tal
cosa"; "Tomé tal flor para esto o lo otro"; "Esta
flor me quitó esta cosa", "Pero, ¿Cuál es la flor para…?" etc….
Si hablásemos de fármacos, este tipo de afirmaciones tendría
mucho más sentido, ya que hay una clara relación causa/efecto entre la toma del
mismo y la producción de efectos que se pueden evidenciar de forma muy lineal y
a menudo inequívoca.
Pero cuando hablamos de las esencias florales el tema es muy
diferente. Para quienes venimos de la medicina alopática, resulta chocante y
ciertamente preocupante, ver como esa visión tan materialista y limitada de
comprensión se extrapola a campos que por definición deberían funcionar desde
otro marco conceptual, y me estoy refiriendo a la naturopatía y cómo no a la
terapia floral de Bach. No creo que el objetivo de esta última pueda ni deba
ser el jugar a ser médico alópata pero sin medicamentos. Para ello ya existen
carreras y estudios que facultan y entrenan en el uso de los mismos.
Pero afortunadamente las flores funcionan en unos campos
totalmente diferentes de los de nuestra intencionalidad,, a menudo confusa y
desviada.
Nunca está de más recordar unas nociones de qué es la
enfermedad para Bach, cómo se produce, y cómo actúan las flores.
El motivo de la vida (la encarnación para Bach) es el
aprendizaje. Para ello nos revestimos de una personalidad tipo que nos va a
facilitar el aprendizaje de unas determinadas lecciones (intra o
interpersonales) que tienen que ver con el desarrollo espiritual, crecimiento
personal, o inteligencia emocional, que para mí son sinónimos.
Todos tenemos un Alma o Ser Superior que guía la
personalidad, en la dirección de este aprendizaje trascendente (básicamente a
través de la intuición).
Cuando la personalidad se desvía del camino trazado por el
Alma, surge el conflicto (la disarmonía) que posiblemente cristalizará en una
enfermedad somática. Precisamente, los signos y síntomas de la misma serán el
aviso de que algo no funciona (la conexión Alma-personalidad) y debe ser
reconducido.
De manera que la enfermedad no se erige aquí como un
castigo, sino como la oportunidad de rectificar una actitud, creencia o
percepción equivocada.
Entre las causas que para Bach intervienen en la génesis del
conflicto, podemos citar las siguientes: la influencia de los demás, los
defectos de la personalidad, las pseudonecesidades, etc.
Todas las flores actúan ayudando a repermeabilizar la
conexión (la información) entre Alma y personalidad, lo que quiere decir que,
en realidad, las flores somos nosotros mismos, ya que esa información a la que
accedemos está, aunque bloqueada, en nuestro interior. Ya en el siglo V, San
Agustín dijo lo siguiente: "Dentro mío hay alguien que es mucho más yo
mismo que yo mismo".
Aunque por supuesto existen otras intervenciones florales
que no actúan siguiendo estos derroteros, como por ejemplo las aplicaciones
locales, donde sí que el efecto sigue un mecanismo mucho más causa/efecto.
Pero coincidiremos en que la terapia, a nivel general, actúa
claramente en el primer circuito.
Otro problema que observo a mi alrededor es la visión
excesivamente estática del proceso terapéutico, parte de lo cual ya había
comentado al principio del artículo. A menudo se enfoca al cliente
equivocadamente, fuera de su marco de referencia, de sus circunstancias. Como
dijo Ortega y Gasset, "el hombre es uno y sus circunstancias". Este
error lo comete también la alopatía, y aunque en esta visión, estrictamente
mecanicista, vemos esto como una consecuencia tan triste como lógica (dentro de
su paradigma), no resulta tan asumible cuando hablamos del cliente en terapia
floral.
Me explicaré más claramente; el discurso no debería ser
este: "si le doy tal flor puede pasar esto"; o bien: "¿esto que
le está pasando será de tal flor?". Quien suscribe este enfoque, sin duda
no se da cuenta de que no está tratando con una cobaya de laboratorio,
enjaulada y eximida de una serie de variables externas que modulen su
respuesta.
Quizá esta visión sea el producto, además de una visión
excesivamente alopática, de un autocentramiento preocupante. Para bien o para
mal, en esta terapia el terapeuta no tiene las llaves de la caja de Pandora, ni
las de la sanación. Recordemos lo que a menudo se nos olvida: las flores ayudan
a repermeabilizar una información que ya tenemos en nuestro interior. En virtud
de ello, ganamos en inteligencia intrapersonal (autoconocimiento, conciencia,
correcta autovaloración, optimismo, impulso de logro, aceptación, etc.) e
interpersonal (empatía y destrezas sociales tales como la capacidad de
sintonizar y sincronizarnos con los demás).
Con la mencionada información interactuamos con nuestras
circunstancias de una forma más ecológica. Pero también pueden surgir en este
punto nuevas resistencias del ego a los flamantes mensajes que llegan del Alma:
crisis, sensaciones somáticas desagradables, etc.
Pero aún hay más factores que modifican la respuesta del
cliente: sus actos, realizados desde un lugar diferente, a tenor de la nueva
información que recibe, generan respuestas en su entorno, que a su vez
refuerzan o resquebrajan sus acciones, o bien se ve impulsado a otro tipo de
intervención que genera a su vez otro tipo de respuesta. Al mismo tiempo, al no
ser la realidad algo estático, sobrevienen en paralelo otros factores con los
que antes no contábamos: por ejemplo nos desvalijan el piso, nos echan del
trabajo, o nos toca la lotería…
¿Puede verdaderamente alguien garantizar que todo esto ha
ocurrido por tal o cual flor, o tan siquiera aislar lo que ella ha tenido que
ver en todo este proceso? Evidentemente no.
Por todo lo dicho las flores no son lo mismo que un PIN
bancario, cuya combinación abre o no el acceso a una cuenta, sino que su acción
se inserta en una serie de variables multifactoriales.
Por eso, seguramente la forma de seguir adecuadamente el
proceso terapéutico, sea el que el mismo se produzca en un marco terapéutico
adecuado. Que además se tracen unos objetivos claros, comprobables, manejables.
Que se escuche y se entienda al paciente desde su propio marco de referencia.
Que se piense con el paciente y no sobre el paciente. Y para esto no sólo es
necesario una buena preparación técnica, sino unas altas dosis de empatía del
terapeuta, así como un estilo de aproximación que no sea ni distante ni invasivo.
Y, obviamente, todo esto se debe dar dentro de un marco profesional claramente
ético.
Entonces nos daremos cuenta de que en realidad lo que sana
no es el terapeuta ni unas ni otras flores, sino el proceso por el cual la
personalidad vuelve a alinearse con los dictados del Alma. Y esto, a menudo
ocurre más allá de lo que el terapeuta y el cliente piensen y deseen. En este
proceso, a menudo, una vez más, el asombro hace acto de presencia para
recordarnos que con la terapia floral de Bach hemos hecho tal vez la mejor
elección de nuestra vida.
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© 2011 Ricardo Orozco
© 2011 Ricardo Orozco
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