Creo sinceramente que los sentimientos son como las
palabras... debemos dejar que salgan, de lo contrario, se marchitarán
hasta morir en nuestro interior.
El "agradecimiento" es tal vez uno de los
sentimientos que más acompaña mi vida.
Desde hace años he tomado la decisión de vivir consciente de
mis emociones y al final de cada día inevitablemente recorro agradecida aquello
que me ha permitido ver, escuchar, reír, cantar, callar, aprender, hablar,
llorar, descubrir, amar, sufrir, compartir, crecer, conocer, abrazar... en fin:
VIVIR
Tiempo atrás, en un seminario de "P.N.L." recuerdo que el
instructor, especialista en gerencia del talento humano, facilitador de
procesos de aprendizaje y un enamorado de la sabiduría ancestral de los grupos
indígenas, lanzó la siguiente pregunta:
¿Creen ustedes que es lo mismo dar las gracias, que estar agradecido?
Obviamente todos los presentes tratamos de encontrar
similitudes o diferencias a la cuestión, hablábamos y conjeturábamos diferentes
teorías al respecto... hasta que el instructor nos revelo de manera sencilla la
siguiente reflexión:
"Cuando damos las gracias estamos cerrando una
relación"
"Cuando estamos agradecidos, la mantenemos abierta y en movimiento."
Recuerdo claramente que como fue como sentir un golpe fuerte en medio de mi frente, me dije: -¡Por supuesto! ¡Cómo no me dí cuenta antes...! y volví a golpear mi frente para asegurarme que la idea no escaparía!
Ciertamente que, durante años yo tenía la costumbre de ser agradecida, y sentía que esa forma de ser generaba lo que yo llamaba "un ida y vuelta" con las personas, pero nunca lo había pensado como una manera auténtica y profunda de mostrar a los otros (o a la vida misma) nuestra declaración de mantener la energía circulando, sin principio ni fin, aceptando lo cíclico y eterno en el constante devenir de los sucesos, como el símbolo del infinito, que se refiere a cosas sin límites y que fue pensado por John Wallis en 1655 como una variación de la serpiente ouroborus, o como la visión del magistral Borges en su noción de Tiempo Circular, asociado a la imagen del eterno retorno, no como retroceso sino como avance infinito hacia el punto de partida.
Recientemente, he tenido la enorme dicha de comenzar a dictar un
curso de "Numerología con integración de los Arcanos
del Tarot" en "Ananda", un lugar mágico, perteneciente
a una maravillosa compañera con la que he tenido la suerte de cruzarme en la
formación de Constelaciones Familiares, y a quien elegí, después de
mucho buscar, como mi maestra en "Flores de Bach".
Agradezco tu generosidad, querida Graciela y también agradezco a
cada una de “las buscadoras” que me acompañan en ésta exploración,
permitiendo que mi guía sea el punto de partida hacia la primera puerta del
código secreto de los números.
¡Sinceramente, agradecida!
N.
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